viernes, 14 de junio de 2013

Solía ir mucho a la Ópera en Lisboa. Siempre alto en el balcón de arriba, donde podía ver una corona.

El palco real estaba debajo, estaba envuelto en dorado y terminaba con una corona dorada encima.
Desde abajo, en la platea, la corona se veía magnifica. Pero desde el otro lado, donde estábamos, no era, porque estaba dividida en cuatro secciones y estaba vacía y tenía telas de araña y tenía polvo.
Esa fue una lección que nunca he olvidado, yo nunca olvidé esa lección. Que para conocer las cosas uno debe darle la vuelta, darle toda la vuelta.


— José Saramago, en Janela da Alma.