jueves, 29 de agosto de 2013

30/11/1934






Exigua lámpara tranquila,
Quien te alumbra y me da luz,
Entre quien eres y quien soy, oscila.

Poemas Inéditos, F. Pessoa 

jueves, 22 de agosto de 2013

El punto de vista de May Kasahara

"¿Sabes lo que me parece a mí? Pues que la mayor parte de la gente vive creyendo que la vida y el mundo son, aunque con excepciones, básicamente coherentes. (Deberían serlo, claro). He llegado muchas veces a esta conclusión hablando con los que me rodean. Cuando ocurre algo, ya sea en el terreno social o en el personal, siempre hay uno que dice, “O sea, que ha pasado esto porque aquello era así y asá”, y, en la mayoría de los casos, todos exclaman: “¡Ah, claro!”, y se quedan tan campantes, pero yo no acabo de entenderlo. Decir cosas del tipo: “Aquello es así”, “Por eso ha pasado lo que ha pasado”, es como meter en el microondas un chawan-mushi instantáneo, pulsar el botón y, cuando suena el ‘tin’, abrir la puerta y: ¡ya está listo el chawan-mushi! Y ¿dónde está la explicación? O sea, no sabes nada de nada de lo que ocurre, con la puerta bien cerrada, desde el instante en que pulsas el botón y hasta que la campanita hace ‘tin’. Quizás en la oscuridad, el chawan-mushi se convierta, primero, en macarrones gratinados y, sólo luego, vuelva a ser, otra vez, chawan-mushi, sin que sospechemos siquiera lo ocurrido, ¿no? Puesto que hemos metido chawan-mushi en el microondas, creemos que, como consecuencia lógica, ha de salir chawan-mushi. Pero eso no es más que una suposición. Yo, la verdad, me quedaría más tranquila si alguna vez, al abrir la puerta, salieran macarrones gratinados tras haber puesto chawan-mushi en el microondas y pulsar el botón.

Me sorprendería, no hace falta decirlo, pero, al mismo tiempo, me quedaría más tranquila. Creo que, al menos, no me sentiría tan confusa. Porque, en cierto sentido, eso me parecería más “realista”

martes, 13 de agosto de 2013

Cerrito y Corrientes.

Me acerco en busca de la nueva parada del 59, sí, nueva, es que ahora Buenos Aires tiene un metrobús, que no sé bien que se trae, siento que algo está mal con eso, puedo asegurar dos o tres cosas del metrobús, pero ninguna va a ser una certeza. No puedo decir: “está mal porque...” con tal seguridad, mal de estudiantes de arquitectura, uno nunca sabe que está bien, es una posición estética para con el mundo, la duda metódica.

En fin, dejemos de lado el metrobús y sus luces, y sus envases para árboles de capacidad contenedora infinitamente pequeña, los cuales, dentro de un par de años cuando el árbol crezca (sí señores, los árboles crecen, y son una fuerza imparable, una fatalidad creciendo en diámetro y altura) de seguro rompen esas cárceles de hormigón con huequitos bien diseñados y bienvenido sea un caos a la avenida.
Me encuentro pues en la que le sigue a Corrientes, con Aristoteles en la mano y esa duda, ¿Dónde agarro el autobús?  Ya llevo un par de cuadras y nada de su aparición, ¡que vaina con el metrobús! Bueno caminar es preciso, vivir no es preciso, me digo.
Aquí  hace su entrada triunfal un personaje que me cambio el panorama, digamos que se llama Paco, se me acerca el ser en cuestión y dice, Ey amigo ¿tienes una monedita? ¿O un billete?, saludo, reviso mis millones de bolsillos entre todos los abrigos, y no, no tengo ni una moneda (uno se deshumaniza con la sube), le digo a paco, Oye, mis disculpas querido compañero, no tengo ni una moneda para darte. A todas estas sigo caminando, le hablo simpáticamente, es que como creo que el mundo es de todos y todos somos iguales, no tomo conciencia de que, no, parece que ese realismo socialista donde estoy inmerso existe en mi cabeza y nada más. La humanidad es un animal complicado, que te muestra los dientes de vez en vez para decirte que ella también es puro instinto. Que quiere sangre y mierda, guerra, problemas, que te muestra que vives en un paraíso artificial en una jungla de cemento.
Mientras caminamos siento que paco, con su sueter azul, se me acerca más, y ya la cosa se me puso complicada en la cabeza, desacelero mientras escucho su historia trágica en esta urbe mágica, la de paco pues, los brasileros pasan y yo me pierdo entre el portugués y la historia y la señal  del cuerpo que te avisa, Ey tú, este paco quiere enserio su monedita… O un billetito…
Paco y yo estamos en la esquina del Edificio del Plata, esa esquina resulta ser oscura y turbia, las cosas en el centro son así, haya metrobús o no. Paco, en una medida desesperada, me rodea con su brazo izquierdo y pone su mano en algún lugar cercano a mi hígado, Ay coño, pienso, y aquí viene el remate del monólogo de paco, Oye amigo, guacho tengo una re pistola en …. Y voy a … Sí, paco dudó, él nunca ha tenido una pistola, y no va a…  es un tipo sano, por unos días, ni siquiera ha perdido su color de piel, pero eso sí, paco está desesperado, y quiere sus moneditas.
Yo me siento a todas estas como un personaje irreal, un tipo que están narrando, yo lo miro y no comprendo, Pero si tú y yo somos iguales, me digo, mientras paco introduce sus manos en mis bolsillos, y entonces algo en mí explota, creo que fue un ¡Plac!, un ruido seco, más bien de switch, miro a paco y lo detesto, el realismo socialista se fue lejos, lo odio, y tengo su brazo y su mano en mi cuerpo, ¿Qué coño te pasa!, le quito la manos y lo miro, ¡Qué coño te pasa!, lo golpeo, y golpeo y golpeo, sin parar, le expulso todo ese veneno que se va acumulando, ¿Qué coño me pasa?, no importa, esto se siente bien, sigue golpeando y déjalo sin memoria.

 Paco malherido, y preguntándose para que quería las moneditas me ve, y ve el edificio del Plata. El metrobus es fiel testigo.
Yo debo decir que disfruté la sensación, hice eso que denominan filosofía práctica, vivir esa cuestión teórica del poder, sentirte como el dueño de un pobre diablo, tener un ser inferior allí en el suelo, el sr F. estaría orgulloso.
 Pero después, cuando logré encontrar el  59 comencé a reflexionar. Y sentí miedo, ¿qué era esto? Definitivamente se sentía como la gloria, yo no era así, tengo miedo, qué es esto, soy un animal, no puede ser... De camino abrí dos ventanas, en una pensaba que había hecho y en otra reconstruía las posibles palizas a paco. Húmeda, sangrienta, hedionda, y pegajosa vida urbana.

Mis respetos a paco que me despertó la humanidad.


 ¿Por qué no podríamos aceptar la idea de que hay personas totalmente amorales que caminan por la calle y son absolutamente capaces de cometer homicidios o infligir mutilaciones sin experimentar sentimiento de culpa o escrúpulo de conciencia algunos? M. Foucault

http://www.lanacion.com.ar/1509936-michel-foucault-la-maxima-aspiracion-del-poder-es-la-inmortalidad


viernes, 2 de agosto de 2013


- Pesimista, pesimista... - repitió para sí varias veces-. Señor pájaro-que-da-cuerda -dijo luego, alzando los ojos y clavándome la mirada-. Sólo tengo dieciséis años y no sé muy bien de qué va el mundo, pero una cosa sí puedo afirmar con rotundidad:  si yo soy pesimista, los adultos de este mundo que no son pesimistas son un hatajo de idiotas.

H.Murakami. Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.