miércoles, 12 de marzo de 2014


     Puesto que el hombre y la novela son isomorfos, todo lo normal sería que ésta pudiera contener todo lo que tiene que ver con aquél. Por ejemplo, nos equivocamos al imaginar que los seres humanos llevan una vida pura y simplemente material. De manera, digamos, paralela a su vida, no dejan de hacerse preguntas que habría que calificar - a falta de mejor término - de filosóficas. He observado esta característica en todas las clases sociales, de las más humildes a las más altas. Ni el dolor físico, ni la enfermedad, ni el hambre son capaces de acallar completamente esa interrogación existencial. Es un fenómeno que siempre me ha inquietado, más aún por lo mal que lo conocemos; contrasta vivamente con el realismo cínico que está de moda desde algunos siglos a la hora de hablar de la humanidad.

      Por lo tanto, las reflexiones teóricas me parecen un material narrativo tan bueno como cualquier otro, y mejor que muchos. Lo mismo que las discusiones, las entrevistas, los debates... Y más evidente todavía con la critica literaria, artística o musical. En el fondo, todo debería poder transformarse en un libro único, que uno escribiría hasta poco antes de su muerte; esa manera de vivir me parece razonable, feliz y quizá hasta posible de llevar más o menos a la práctica. En realidad, lo único que me parece muy difícil de integrar en una novela es la poesía. No digo que sea imposible, digo que me parece muy difícil. Por un lado está la poesía, por otro la vida; entre ambas hay semejanzas, sin más...




Michel Houellebecq, Intervenciones.



















sábado, 8 de marzo de 2014

el dulce ronroneo de un 6


















No tengo pájaros que canten en la ventana, ni un montón de palomas omnivoras, lo que tengo en la mañana es el dulce ronroneo de un 6 que hace temblar ventanas, unos cuantos taxistas con bocinas tildadas y gente (que vista desde arriba tiene un estricto funcionamiento) pero ¡abajo es la jungla! nadie se quiere tropezar con nadie, así que bailamos.


Vivir en Microcentro tiene su cosa, además de un buen número de entretenimientos, pocos supermercados, pocas panaderías, edificios geniales, las pizzerías, la vida urbana, los edificios públicos con cornisas amigables, mis vecinos los indigentes, el trapito, la niña consentida del gobierno de la ciudad, y siga usted...

Lo elegí porque era barato, y ya había espantado aquel "en barrio deprimido, el delito es seguro" sí, sí, delito hay, pero deprimido ¡no es!. La gran gran densidad del día, que como cosa curiosa, produce una "dictadura del peatón" no hay vehículo que nos abuse, aquí mandamos los de a pie, la masa crítica de peatones hace explicito que la peatonal no es una medida caritativa del gobierno, es una cosa que pasa, somos todos caminando y haciendo que la calle sea para eso, las veredas son pequeñas y la gente se tropieza y cae.

Este es mi barrio centro - satélite, de día todos vienen, en la noche todos se van, la calle se queda sola para que salgamos a mirar, el fin de semana se vuelve !Vicente López! pero a la inversa, tengo el río cerca y el parque, y tengo cualquier ciudad del mundo en Puerto Madero.

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Lo que te quería contar iba sobre Sánchez, Lagos y de la Torre, mis modernos favoritos. En Microcentro tienen lo suyo, unos cuantos edificios públicos ocupando manzanas atípicas de la ciudad, edificios que se merecen todo un día para admirar.






Tienen esa cosa racionalista (que no se lleva ningún reproche con ellos) que no te aburre,  que te atrapa, con cuatro o cinco elementos que van variando hacen esas, tan lindas fachadas con ritmo, se hunden, salen y suben. Como si de un desliz al movimiento sin estilo se tratase, estos edificios son para Buenos Aires.

¡A ver que tienen en sus barrios lindos!






domingo, 2 de marzo de 2014

como un objeto no identificado


"Porque no puedo apartarme de la objetividad que me aplasta.
 Ni de la subjetividad que me exilia."
Jean luc Godard


Lo exterior es la pesadilla, los ideales son amalgamas en la contradicción del poder, ya no quiero más patria, lo pervertiste, jodiste el lenguaje, tu épica no comporta una ética. Lo exterior me apartó de lo que era limpio, limpio y grande, me apartó de la idea de un lugar común donde pudiésemos mirarnos.

Tengo miedo de los demonios del ´70 en adelante, tengo miedo que sigan despiertos, están vivos todavía y me encuentran, con otro cuento, en la esquina otra vez.

Directo de las cloacas, gente que se arrastra y sabe bailar, gente que sabe de autopistas.

Y nunca pude comprender cómo se hace para sumar individuos, porque no parece haber concilio entre subjetividades. Porque te respeto y no quiero imponerme, porque no tienes problema en pisotearme, ya la levedad poética, la no acción, la admiración de tus procesos entrópicos, dejaron de ser bellos, para ahora más que nunca entristecerme, no quiero bailar sobre tus ruinas, me llenas de asco, me doy asco, no soy más yo.

Un hombre me culpa, jóvenes que quieren sangre, Caparrós se lava las manos y no quiere nada con nadie, el fusil, la democracia, el reloj, el dólar paralelo, la imposibilidad que crece a la par, que va más rápido que el tiempo, todo me excede.